No se dejen engañar de ninguna manera.
Primero tiene que producirse la apostasía y aparecer el adversario de la
religión, el instrumento de la perdición, el rebelde que se pone por encima de
todo lo que es considerado divino y sagrado, que incluso pondrá su trono en el
templo de Dios para mostrar que él es Dios.
2Tes 2, 3-4
Quise iniciar esta reflexión, con estos versículos de la Segunda Carta
de Pablo a los Tesalonicenses, para que entendamos el contexto del artículo de
Orlando Avendaño titulado Por qué Cristo fue el primer gran
comunista, un elogio idólatra al filósofo español Antonio Escohotado.
En un tuit, el filósofo venezolano, Erik Del Bufalo, afirmó que esos
versículos, constituyen la descripción más exacta del anticristo, considerando
el comunismo como su personificación. Ciertamente, el marxismo y sus derivados,
especialmente el progresismo que se apoderó de Europa, sembraron la semilla de
la apostasía, y rindió fruto. Basta ver cómo ha crecido la población atea. Otro logro del progresismo, es que se
apropiaron de la palabra liberal, y lo hicieron sin ninguna oposición. Es así,
como encuentras que el Partido Liberal colombiano pertenece a la Internacional
Socialista…Bizarro. Utilizo este americanismo porque es la palabra que mejor
describe este hecho.
Volviendo a los versículos citados, la apostasía se nutre de la
intelectualidad. Y desde ella, establecen verdades
falsas, que parten de una lectura fundamentalista
de la Biblia, Palabra de Dios. El título es una evidencia de ello. Lo curioso,
es que el artículo comienza con esta afirmación: Algunos acuden a
distorsiones de la historia para tratar de legitimar ideas. Justamente lo que hace Escohotado,
y el mismo Orlando, cuando distorsionan el mensaje de la Palabra de Dios.
Curiosamente, utiliza el término fundamentalismo,
¿estará enterado que Escohotado en su análisis demuestra ser un
fundamentalista?, ¿sabe Orlando qué es el fundamentalismo?
El artículo, está lleno de interpretaciones literales, y conclusiones
que no son más que presunciones. Asegura que el comunismo, sí se pudiese asegurar, y con mayor exactitud, que sus vínculos con los
orígenes del cristianismo son mucho más sólidos. Esto es una falacia. En
los evangelios no existe ningún vínculo, nada que lo ate al comunismo.
Jesús y el Colectivismo
Jesús no era colectivista, y mucho menos, comunista. Su enseñanza así
lo dice. Jesús vino a perdonar y ofrecer la salvación a cada uno de nosotros.
Con su muerte en la cruz, nos otorgó el perdón por el pecado original, y con su
predicación, nos enseñó el camino de la salvación. Ese camino es Él, el Verbo hecho carne (Jn 1,14). No crean que he venido para suprimir la Ley
o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para traer lo definitivo
(Mt 5,17), estableciendo una nueva ley, la de la Libertad Perfecta, eso que denominamos Libre Albedrío: la potestad de obrar por reflexión y elección
sometido a sus mandamientos “voluntariamente”. Ahora, ¿cómo se ejerce esa
libertad?, ¿se ejerce como colectivo? La respuesta es NO. La libertad, sólo
puede ser ejercida desde la individualidad. Es obvio que nuestra actuación
afecta a la sociedad, positiva o negativamente. Es allí donde entran en juego
la responsabilidad y la moralidad. Los límites al ejercicio de la libertad,
tienen dos fuentes: las reglas de convivencia
y las reglas de la conciencia.
Las reglas de convivencia,
se encuentran en el marco jurídico de toda sociedad. Son establecidas por el Estado,
y que, si es violada, conduce a la suspensión de la libertad de tránsito por un
tiempo determinado, es decir, encierro en algún recinto destinado para ello,
incluso, en algunas sociedades, puede costar la vida. Las reglas de la conciencia, se aprenden, y se transmiten de
generación en generación, y son estrictamente individuales. Llega un momento,
en el que el individuo establece su propio patrón. Este patrón al que responde
el individuo, es la moral, por la cual, el acto de un individuo, que para él
sea bueno, puede que para otro sea malo ¿Y de qué depende la moral?
El Diccionario de la Real Academia Española (RAE), plantea diversas
acepciones para definir la moral, de ellas, la siguiente se adapta
perfectamente a nuestro objetivo: Perteneciente
o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar
en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre
todo, colectiva. Es decir, las reglas
de conciencia se establecen, de acuerdo al concepto de cada individuo de lo
que es bueno y lo que es malo, lo cual, no necesariamente coincide con la
comunidad de la que forma parte.
Es evidente, que hay una relación intrínseca entre las reglas de convivencia y las reglas de conciencia, unas alimentan a
las otras. Sin embargo, a los fines de esta reflexión, tienen preponderancia
las reglas de conciencia.
Entonces, ¿cuáles son los patrones que establecen los parámetros que
rigen la moral de un individuo? La tradición y la religión. No obstante, en
muchas ocasiones, la tradición proviene de la religión. Es el caso del mundo
occidental.
Anteriormente, mencionamos la Ley
de la Libertad Perfecta, claramente definida en la Carta del Apóstol
Santiago:
Obran bien cuando cumplen la Ley del reino,
tal y como está en la Escritura: Ama a tu prójimo como a ti mismo (Stgo 2,8)
Allí está el parámetro que debe regir la conducta de un buen cristiano
en el ejercicio de su libertad. Y tan importante es, que el mismo Jesús afirmó:
Cuando los fariseos supieron que Jesús había
hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él. Uno de ellos, que era
maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: «Maestro, ¿cuál
es el mandamiento más importante de la Ley?».
Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy
parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se
fundamentan en estos dos mandamientos.» (Mt 22,34-40)
El mandamiento más importante es amar a Dios por sobre todas las
cosas, sin embargo, Jesús asimila, coloca al mismo nivel el mandamiento de amar
al prójimo como a uno mismo, y lo hace un solo mandamiento. Y finalmente, deja
un nuevo mandamiento:
Que se amen los unos a los otros. Ustedes
deben amarse unos a otros como yo los he amado. En esto reconocerán todos que
son mis discípulos: en que se aman unos a otros (Jn 13,34-35)
El amor, como todo sentimiento, es inconmensurable. No puede medirse
la cantidad de amor que se da a una persona, o a otra. Por eso dice, “como yo
los he amado a ustedes”. El amor es un bien intangible, todos necesitamos de
él, unos más, otros menos (demanda), pero también tenemos la necesidad de
darlo, a unos más a otros menos (oferta). Así como cualquier necesidad, el amor
es infinitesimal, y por tanto, inconmensurable ¿Se puede decir entonces que el
mandamiento de Jesús implica igualdad
social? No, lo que quiso decir, fue que como él, debemos amar sin
condiciones, tratar al prójimo como uno quisiera ser tratado. La igualdad social, no es igual, digámosle
así, a la igualdad cristiana, la
primera es socioeconómica, permanente y obligatoria. La segunda es espiritual,
coyuntural y voluntaria. Es coyuntural, porque se aplica cuando se presenta el
momento, pero como actitud es permanente. Esto lo explica muy buen con la
parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37).
Orlando cita el libro de Konrad Löw, La Fascinación del Comunismo. Según este autor, Marx “está fuertemente ligado al
pensamiento religioso”. Y que éste utilizaba referencias e imágenes de los
Evangelios. El que los haya utilizado, no significa que lo haya hecho de la
manera correcta. Se trata de una burda manipulación. Así, como cuando Satanás
citaba las Escrituras cuando tentó a Jesús en el desierto (Mt 4,5-7).
Decir, con tanta seguridad, que Jesús fue comunista, es tan temerario
que termina siendo una tontería. Cae en una ambigüedad cuando dice, que no lo
fue “en el sentido estricto de lo que se entiende como comunismo y en lo que
derivó la aplicación de la ideología”. El comunismo es el comunismo, una “doctrina
que establece una organización social en que los bienes son propiedad
colectiva”, su base es la lucha de clases y la supresión de la propiedad
privada de los medios de producción. Eso es comunismo. Y quienes comparten
estos postulados son comunistas. Orlando, se apoya en el libro de Escohotado Los
Enemigos del Comercio para justificar
esta afirmación. Y el que para él sea, quizás, la persona más brillante del
planeta, no quiere decir que no esté equivocado. Se trata de una investigación
“sobre todos los movimientos en contra de la propiedad, el mercado y la
individualidad que han existido en la historia registrada”, y que “relata cómo
de una rara secta judía, que repartía sus bienes e ingresos entre todos los
miembros, Jesús recibiría las ideas para luego constituir un revolucionario
movimiento en contra la propiedad, el lucro; y erigido en torno a la
idealización de la miseria. Movimiento sin precedentes de masas que solo
permitiría a la humanidad prosperar de forma descomunal al apartarse del
Estado”.
Esa secta judía, no era rara, pequeña sí. Entre los judíos era normal
establecer comunidades diferenciadas. Recordemos el origen de Israel: trece
tribus provenientes de las familias y seguidores de cada hijo de Jacob. Más
importante aún, es que Jesús no recibió ideas de ninguna secta, pues Jesús no lo
necesitaba, es El Verbo encarnado:
En el principio era el
Verbo,
Y el Verbo estaba ante
Dios,
Y el Verbo era Dios.
Él estaba ante Dios en
el Principio. (Jn 1,1-2)
Por tanto, Jesús no necesitó que nadie le enseñara absolutamente nada,
pues Él es el Verbo, la Palabra. No se hizo carne para ser un revolucionario,
sino para traer lo definitivo, es decir, Él. Jesús es lo definitivo, y nos lo
muestra en su predicación, descrita en los Evangelios, y constituida en su
Iglesia, aquella en la que Pedro fue elegido como fundación: “te llamarás Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia” (Mt 16,18). No fue una revolución, porque todo lo que predicó se
fundamentó en las Escrituras. Lo definitivo, no está ni en contra ni a favor de
la propiedad y el lucro, está a favor del amor de Dios, y que éste debe guiar
nuestros actos, es decir, puedes acumular riquezas materiales, pero que no
signifique perjudicar a otros, y que destines una parte de ella para ayudar a
los necesitados. Una evidencia de esto, la tienen en Jesús y Zaqueo (Lc 19,1-10).
Éste último, luego de escuchar a Jesús, resueltamente dijo: Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a
los pobres, y a quien le haya exigido algo injustamente le devolveré cuatro
veces más. Zaqueo siguió siendo un hombre rico. El siervo del Centurión fue
curado debido a su fe, era un hombre rico. José de Arimatea, a quien Pilato
autoriza para bajar a Jesús de la cruz, era un hombre rico. El peor disparate
está en definir la obra de Jesús como la idealización de la miseria, entendida
como “pobreza extrema”, es decir, carencia casi absoluta de bienes materiales.
Ya lo anteriormente escrito, lo explica.
Es error común, considerar que la pobreza a la que se refiere Jesús,
es material. La pobreza en la predicación de Jesús es espiritual. En su primer
milagro, en la Boda de Canaá (Jn 2,1-12), no sólo convierte el agua en vino,
sino que la convierte en el mejor vino:
«Todo el mundo sirve al principio el vino
mejor, y cuando ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad; pero
tú has dejado el mejor vino para el final.» (Jn 2,10)
La calidad no es un atributo del comunismo, y tampoco la satisfacción
plena de las necesidades. Para ello citaremos tres ejemplos. El primero que
referiremos es la pesca milagrosa:
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón:
«Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar.» Simón respondió:
«Maestro, por más que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero,
si tú lo dices, echaré las redes.» Así lo hicieron, y pescaron tal cantidad de
peces, que las redes casi se rompían. Entonces hicieron señas a sus asociados
que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron
tanto las dos barcas, que por poco se hundían. (Lc 5,4-7)
Abundancia, pero no la tomaron toda para ellos, llamaron a sus
asociados y las compartieron. Voluntariamente ¿Acaso dijo Jesús que
compartieran? Es claro que no. El segundo ejemplo y el tercero, están
vinculados, la multiplicación de los panes:
Todos comieron y se saciaron, y se
recogieron los pedazos que sobraron: ¡doce canastos llenos! (Mt 14,20)
Todos comieron hasta saciarse y llenaron
siete cestos con los pedazos que sobraron (Mt 15,37)
En ambas ocasiones dice: “comieron hasta saciarse”, no dice que se
repartieron 2 panes y un pescado para cada uno, por ejemplo, dice saciarse.
Quiere decir, que cada quien respondió acorde a su necesidad, y se reconoce,
que las necesidades son infinitesimales. Habría a quien le bastó con comer un
pedazo de pan, y otro, que encontró la satisfacción con dos pedazos de pan…
Puede esgrimirse, que la actitud de Jesús era comunista porque regaló
el alimento. Eso sería contradictorio con la sentencia de Dios a Adán por el
pecado original:
Con el sudor de tu frente comerás tu pan
hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado (Gén 3,19)
Pero no es así. Luego del segundo milagro, preguntaron a Jesús:
«Rabbí (Maestro), ¿cómo has venido aquí?»
Jesús les contestó: «En verdad les digo: Ustedes
me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido
pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el
alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del
hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre.» (Jn 6,25-27)
En concordancia, San Pablo en la Segunda Carta a los Tesalonicenses,
expresa:
Hermanos, les ordenamos en nombre de Cristo
Jesús, el Señor, que se aparten de todo hermano que viva sin control ni regla,
a pesar de las tradiciones que les transmitimos. Ya saben cómo tienen que
imitarnos, pues no vivimos sin control ni regla mientras estuvimos entre
ustedes. No pedimos a nadie un pan que no hubiéramos ganado, sino que
trabajamos duramente noche y día hasta cansarnos para no ser una carga para
ninguno. Teníamos, por supuesto, el derecho de actuar en otra forma, pero
quisimos ser para ustedes un modelo que imitar.
Además, cuando estábamos con ustedes les
dijimos claramente: el que no quiera trabajar, que tampoco coma. Pero ahora
hemos oído que hay entre ustedes algunos que viven sin control ni regla y no
hacen nada, muy ocupados en meterse en todo. A ésos les mandamos y les rogamos, por Cristo Jesús, nuestro Señor, que
trabajen en paz y se ganen el pan que comen (2 Tes 3,6-12)
Jesús tuvo compasión de la gente, y les dio de comer, dos veces, pero
luego los conminó, no solo a trabajar para ganarse el pan, sino a trabajar para
ganarse la salvación. Jesús sabía, que el mayor enemigo de la fe, era la
avaricia y la ambición desmedida. Que el nuevo ídolo que levantarían los
hombres para sustituir a Dios era el dinero:
Nadie puede servir a dos patrones:
necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y
despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al
Dinero (Mt 6,24)
La enseñanza de Jesús, está destinada al individuo para que la aplique
en la comunidad. Como ya mencionamos, no es un mandato de igualdad social, sino de hacerse igual cuando otro necesite de ti (igualdad espiritual): ama a tu prójimo
como a ti mismo. Tratar a los otros como a ti te gustaría ser tratado. Pero es
un mandato para quien quiera seguirlo,
no para ser instituido como política de Estado, donde se obligue a las
personas a ser iguales, en lo social y económico, mediante el rasero de la ley.
El comunismo apunta al acceso igualitario a los bienes económicos
esenciales, mientras que, el cristianismo apunta a un bien intangible y libre:
el amor de Dios. Para entender esto, es necesaria la fe, y de allí, el error de
Escohotado.
Jesús y el Liberalismo
Orlando cuando afirma que, “algunos acuden a distorsiones de la
historia para tratar de legitimar ideas”, al parecer se veía en un espejo. El
que una doctrina tenga como base el cristianismo, no implica que Jesús era un
seguidor de esa doctrina, más aún si esa doctrina distorsiona su mensaje.
Es un error de Orlando, considerar que el cristianismo “surge de un
supuesto amor por las libertades”, y dice, “incluso la individual”. El origen
del cristianismo es Jesús, su enseñanza, y la libertad de decidir seguirla o
no, es la única que nos dejó, y eso es estrictamente individual, y por tanto,
implica reglas de conciencia. Las
restricciones del hombre al ejercicio de la libertad, son reglas de convivencia. En esta última, se hace necesario, que se
desglosen los actos en los que se restringe la libertad. Mientras que seguir
como regla de conciencia el
mandamiento más importante en el cristianismo, es una restricción voluntaria.
Las reglas de convivencia, son
necesarias por la terquedad y falta de compromiso del hombre:
Jesús les dijo: «Moisés, al escribir esta
ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes (Mc 10,5)
La base del liberalismo, es el ejercicio de la libertad (individualismo),
mientras que el comunismo se sustenta en las restricciones a la libertad (colectivismo).
Para Orlando, “decir que del cristianismo surge una doctrina como el
liberalismo, sería eludir la verdad”, cuando es harto sabido, que John Locke, fundamentó
su pensamiento en la concepción cristiana de la libertad, sentando las bases
del liberalismo. Es un sinsentido, tanto, como afirmar que el comunismo se basa
en los Evangelios.
Jesús y Escohotado
No pongo en duda la investigación de Escohotado sobre los esenios. Sin
embargo, como cristiano, no encuentro ninguna coincidencia en las similitudes
que dice que tenemos con ellos.
Los esenios y lo
fariseos, surgen del movimiento de los asideos (piadosos). Para el momento en
que se inicia la rebelión de los Macabeos, un grupo de ellos se les une:
Se les unieron luego un grupo de Asideos, israelitas valientes y devotos
de la Ley (2 Mac 2,42)
Nótese como los definen: devotos de la Ley. Los fariseos y los
Esenios, también tenían esa característica, pues descienden de los Asideos.
Pero debido a que prestaban más atención a la Ley que a Dios, fueron duramente
criticados por Jesús:
Yo se lo digo: si no se proponen algo más
perfecto que lo de los fariseos, o de los maestros de la Ley, ustedes no pueden
entrar en el Reino de los Cielos (Mt 5,20)
«Los maestros de la Ley y los fariseos han
ocupado el puesto que dejó Moisés. Hagan
y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y
no practican (Mt 23,2-3)
Incluso, Juan el Bautista también los fustigó:
Juan vio que un grupo de fariseos y de
saduceos habían venido donde él bautizaba, y les dijo: «Raza de víboras, ¿cómo
van a pensar que escaparán del castigo que se les viene encima? (Mt 3,7)
Efectivamente, los Esenios no son mencionados en los Evangelios, pero
no por “conveniencia”, más bien por irrelevancia, vivían aislados en el
desierto. La palabra Evangelio significa Buena Noticia, que proclama tiempos nuevos y de manifestación
de Dios en la persona de su Hijo (Biblia Latinoamericana, Personas,
Palabras e Instituciones, Pág. 446). Por eso, hace énfasis en la predicación de
Jesús.
Pudo haber contacto entre Juan el Bautista y Jesús con los esenios, no
se descarta. Y también es posible que el Bautismo de Juan provenga de ellos, sin embargo, puede que el objetivo
sea distinto. Aunque en ambos caso se trata de una purificación, los esenios lo
hacían con regularidad, mientras que el de Juan era sólo una vez, y acompañado
de la confesión de los pecados. Además, recordemos que Juan el Bautista, vino a
prepararle el camino al Señor:
Yo los bautizo en el agua, y es el camino a
la conversión. Pero después de mí viene uno con mucho más poder que yo –yo ni
siquiera merezco llevarle las sandalias– , él
los bautizará en el Espíritu Santo y el fuego (Mt 3,11)
Orlando cita, otras características de los esenios según Escohotado, y en su doctrina, se evidencian diferencias importantes
a la predicación de Jesús.
Aunque en los Evangelios no especifica al respecto, la costumbre
esenia de una “limitación del contacto sexual entre esposos a fines
procreativos”, no existe en el cristianismo. En la Primera Carta del Apóstol
San Pablo a los Corintios dice:
Ustedes me han escrito sobre varios puntos:
es cosa buena que un hombre no toque mujer alguna. Pero no ignoren la tiranía
del sexo; por eso, que cada hombre tenga su esposa y cada mujer su marido. El
marido cumpla con sus deberes de esposo y lo mismo la esposa. La esposa no
dispone de su cuerpo, sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su
cuerpo, sino la esposa.
No se
nieguen ese derecho el uno al otro,
a no ser que lo decidan juntos, y por cierto tiempo, con el fin de dedicarse
más a la oración. Después vuelvan a estar juntos, no sea que caigan en las
trampas de Satanás por no saberse dominar (1 Cor 7,1-5)
También dice, que los esenios hacían un “reparto obligatorio de todas
las propiedades (‘consagrar los bienes a Dios’)”. Eso tampoco corresponde con
el cristianismo. Ya citamos versículos del Evangelio que rebaten este
postulado. Sin embargo, parece que lo relacionan con la aparición de las
primeras comunidades cristianas relatadas en el libro de los Hechos de los
Apóstoles:
Todos los que habían creído vivían unidos;
compartían todo cuanto tenían, vendían sus bienes y propiedades y repartían
después el dinero entre todos según las necesidades de cada uno (He 2,44-45)
Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué has dejado
que Satanás se apoderara de tu corazón? Te has guardado una parte del dinero;
¿por qué intentas engañar al Espíritu Santo? Podías guardar tu propiedad y, si la vendías, podías también quedarte
con todo. ¿Por qué has hecho eso? No has mentido a los hombres, sino a
Dios.» (He 5,3-4)
La diferencia estriba, en que los esenios aplicaban un concepto
parecido al de propiedad común, mientras que los cristianos los vendían y
repartían el dinero según la necesidad de cada uno. Pero no fue siempre así, en
la Segunda Carta a los Corintios, San Pablo les dice:
Si hay entusiasmo, cada uno es bien recibido
con lo que tenga, y a nadie se le pide lo que no tiene. No se trata de que otros tengan abundancia y que a ustedes les falte,
sino de que haya igualdad. Ustedes darán de su abundancia lo que a ellos
les falta, y ellos, a su vez, darán de lo que tienen para que a ustedes no les
falte. Así reinará la igualdad (2 Cor 8,12-14)
Podemos inferir que no funcionó, por lo que recurrieron a las otras
comunidades para apoyarse, bajo un criterio distinto. Y al igual que la
decisión individual de vender todo y donarlo a la comunidad, la igualdad, a la
que hace referencia San Pablo, es la ya mencionada igualdad espiritual. Respecto a que los esenios “pasan a la interpretación del mandamiento no
hurtarás como prohibición del lucro”, tampoco compagina con el cristianismo.
Considero que esto está suficientemente explicado en párrafos anteriores, el
caso de Zaqueo es uno de ellos.
De distintas formas, dice que los esenios despreciaban el comercio y
el lucro. Esto tampoco es compatible con el cristianismo. En tiempos de Jesús,
entre los Apóstoles se repartían tareas, siendo Judas Iscariote quien
administraba el dinero (Jn,12-4-6). Ese dinero estaba destinado a comprar, a
realizar un acto de comercio, ya sea, para consumo o para donar a los pobres.
En la Parábola de los Talentos (Mt 25,14-30), Jesús enseña mediante un acto de
comercio, lucro, y de propiedad privada. A lo que se opone el cristianismo, es
a la avaricia ¿Si Jesús despreciaba el comercio y el lucro, por qué los
utilizaba para enseñar y dar su mensaje? Sería contradictorio.
Escohotado afirma que los esenios “vivían apartados”, “sometidos al
ostracismo”. Siendo así, transmitían su enseñanza sólo a su comunidad. Esto es
absolutamente opuesto a la predicación de Jesús, quien daba discurso a las
multitudes, se reunía con cobradores de impuestos, samarios, fariseos y
paganos. No discriminó a nadie, y al final, dejó este mensaje a sus Apóstoles:
«Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena
Nueva a toda la creación (Mc 16,15)
Juan el Bautista, tampoco discriminó, bautizaba y enseñaba a todos los
que se dirigían a él:
Vinieron también cobradores de impuestos para
que Juan los bautizara. Le dijeron: «Maestro, ¿qué tenemos que hacer?» Respondió
Juan: «No cobren más de lo establecido.» A su vez, unos soldados le
preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?» Juan les contestó: «No abusen de
la gente, no hagan denuncias falsas y conténtense con su sueldo.» (Lc 3, 12-14)
La Iglesia de Jesús, ¿un
movimiento “pobrista”?
Orlando, afirma que “Jesús
y Juan empiezan a constituir un movimiento que Escohotado llama «pobrista»”.
Jesús y Juan no comienzan ningún “movimiento”. Juan tenía una misión específica
en el mundo:
«Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz que grita en el desierto:
Enderecen el camino del Señor.» (Jn 1,23)
«Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes
no conocen, y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa
de su sandalia.» (Jn 1,26-27)
Yo no lo conocía, pero mi bautismo con agua
y mi venida misma eran para él, para que se diera a conocer a Israel.» (Jn
1,31)
Anunciar al Mesías
era la misión de Juan el Bautista, sólo eso. No hubo un acuerdo entre ellos, ni
se trataba de un grupo político. Él, desconocía qué enseñaría Jesús, sólo sabía
que era el Mesías:
Yo no lo conocía, pero Aquel que me envió a bautizar con agua, me dijo
también: “Verás al Espíritu bajar sobre aquel que ha de bautizar con el
Espíritu Santo, y se quedará en él” (Jn 1,33)
El bautizo, fue el
único contacto entre Jesús y Juan El Bautista. “Yo no lo conocía”, quiere
decir, que nunca tuvieron contacto, a pesar de ser familia. Recordemos que,
luego del nacimiento de Jesús, el ángel ordenó a José, huir de Belén (Judea) a
Egipto para proteger al niño de la masacre que ejecutaría Herodes, y regresa,
también por orden del ángel, a la muerte de éste, o sea, cuando Jesús tenía 4
años. Sin embargo, por temor al hijo de Herodes, no regresa a Judea, sino que
se dirige a Galilea, al norte de Jerusalén.
Juan el Bautista, crece en Judea. Así que, no hubo reuniones previas, ni
se declararon principios políticos o religiosos, no fue un “movimiento”. Jesús
vino a traer la salvación, y para ello dejó una Iglesia, para que el mensaje
sea transmitido de generación en generación. Nótese, que a Juan el Bautista,
Dios le ordena bautizar con agua, así que no lo aprendió de los Esenios.
Calificar la
predicación del mensaje de Jesús de “pobrista”, es desconocer ese mensaje, y
para conocerlo y entenderlo es necesaria la fe.
Afirma Orlando, que
para Escohotado, “son vistos de forma negativa” por la sociedad establecida, “como
los fariseos, que disienten de ese deseo ardiente de detestar el mérito y el
comercio”. Es falso, ese no era el motivo, por el cual, los fariseos, saduceos
y Maestros de la Ley despreciaban a Jesús. Era la pérdida de sus privilegios,
la que los hizo su enemigo, y repito, no todos. Para ellos el Mesías,
significaba la llegada de un líder enviado por Dios, para rebelarse contra el
imperio dominante, y liberar al pueblo de Israel. Esperaban un guerrero, y una
guerra, significaba perder los privilegios, riquezas y comodidades que la pax romana les permitía:
Entonces los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron el Consejo
y preguntaban: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos milagros. Si lo dejamos que siga así, todos van a creer
en él, y luego intervendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y
nuestra nación.» (Jn 11,47-48)
Nicodemo, era un
fariseo, que se convirtió en seguidor de Jesús:
Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue
de noche a ver a Jesús y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de parte de
Dios como maestro, porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú
haces, a no ser que Dios esté con él.» (Jn 3,1-2)
“Sabemos”. Nicodemo no sólo hablaba por él, lo
hacía en representación de un grupo de fariseos. Pero quizá, el mejor ejemplo de
esto es Saulo, quien luego será llamado Pablo, dando su testimonio ante el rey
Agripa dijo:
Todos los judíos saben cómo he vivido desde mi juventud tanto en la
comunidad judía como en Jerusalén. Me han visto de tan cerca que, si quisieran,
podrían testificar que he vivido como un
fariseo en la secta más rigurosa de nuestra religión (He 26,4-5)
Saulo fue un perseguidor y castigador de la
comunidad cristiana, siendo muy temido por ellos. Sin embargo, luego de aceptar
su elección por el mismo Jesús, se convirtió en el Apóstol de los gentiles,
aquel que fue elegido para llevar la Buena Nueva al mundo pagano.
Según Escohotado, “Jesús precisa: ‘¡Malditos
seáis los ricos, que disfrutasteis ya de vuestra felicidad!', según se lee en
el Evangelio de Lucas”, y más adelante, lo refiere nuevamente, de esta manera; “Ay
de vosotros los ricos, porque tenéis lejos el consuelo”. Es incoherente, hay
una diferencia importante. Tengo cuatro Biblias Católicas, y en ninguna se
menciona las palabras “malditos seáis”, o “malditos sean”, su contenido se
parece más a la segunda cita:
Pero ¡pobres de ustedes, los
ricos, porque tienen ya su consuelo!
¡Pobres de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque después
tendrán hambre!
¡Pobres de ustedes los que ahora ríen, porque van a llorar de pena!
¡Pobres de ustedes cuando todos hablen bien de ustedes, porque de esa
misma manera trataron a los falsos profetas en tiempos de sus antepasados! (Lc
6,24-26)
En las notas a estos versículos, la Biblia
Latinoamericana explica que, se trata de Lamentaciones
en contraposición a las Bienaventuranzas
(léanse la Parábola de Lázaro y el rico), que recuerdan las de Isaías:
En vista de esto, el Señor Yavé les dice:
¡Muy bien! Mis servidores comerán,
mientras que ustedes estarán con hambre.
Ellos tendrán de beber,
mientras que ustedes sentirán sed.
Se alegrarán,
mientras que ustedes se verán humillados.
Mis servidores cantarán con el corazón lleno de felicidad,
mientras que ustedes se quejarán, con el corazón apenado,
y gritarán, con el ánimo aplastado (Is 65,13-14)
Vincular el libro del Profeta Amós, no es
correcto, puesto que sus profecías se referían a la creciente desigualdad
social, donde el lujo de unos pocos
insulta la miseria de los pobres. Se trata entonces, de justicia social.
Denuncia que los ricos, en aquel momento (siglo VIII antes de Cristo), habían
conseguido su riqueza sobre la espalda de los pobres, condenándolos a la
miseria. El surgimiento del cristianismo, no fue ningún alzamiento de pobres
contra ricos, ni Jesús fue un revolucionario, ni vino a agitar a las masas. Esa
imagen de Jesús proviene del marxismo.
Jesús vino a traer la salvación de todos y cada
uno de nosotros, rico o pobre, judío o no. En sus discursos a la multitud (no
aplicaré el lenguaje marxista de masas), Jesús les enseñaba, cómo alcanzar la
salvación. En ninguno de ellos, expresa una “lucha de clases”, que es realmente
como veladamente quiere Escohotado que se interprete “pobres contra ricos”.
El Sermón de la montaña, donde Jesús se refiere
a las Bienaventuranzas y las Lamentaciones, es el único donde se
detallan las palabras de Jesús dirigidas a la multitud. En los otros, se señala
que enseñaba, y en dos de ellos, se relatan los milagros de la multiplicación
de los panes. En ningún momento Jesús arengaba a las masas contra los ricos.
Pero también su mensaje lo llevaba a los ricos:
Entonces todos empezaron a criticar y a decir: «Se ha ido a casa de un
rico que es un pecador.»
El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
(Lc 19,7.10)
Los fariseos, al ver esto, decían a los discípulos: «¿Cómo es que su
Maestro come con cobradores de impuestos y pecadores?»
Jesús los oyó y dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino
los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las
ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
(Mt 9,11-13)
La lucha de clases, pobres contra ricos, parte
del odio. La misericordia de Jesús hacia los ricos, parte del amor de Dios, por
eso las Lamentaciones, y la gran
cantidad de veces que se relata en los Evangelios las reuniones de Jesús y sus
discípulos con ricos.
Continúa Orlando afirmando, que “hubo, según
señala el autor de Los enemigos del comercio, dos episodios en la vida del
Mesías que retratan adecuadamente el carácter de la novel revolución religiosa.
Uno sucedió al otro y demuestra parte del “programa ebionita” —el ebionismo
sería luego una secta judeocristiana estructurada en torno a la idea de la
pobreza como cualidad de salvación—, de acuerdo con Escohotado”.
Es un error garrafal, afirmar que los eventos
citados retratan el cristianismo. La vida de Jesús y su enseñanza es lo que lo
definen, y esos eventos representan una parte. También es un error típico en el
fundamentalismo, aislar pasajes o versículos de la Biblia.
Cuando describe el cristianismo como “programa
ebionita”, intenta establecer una
intencionalidad en los Evangelios (uno sucedió al otro) de inducir a la pobreza
material para alcanzar la salvación.
Escohotado se refiere al Sermón de la Montaña y
al momento, en el que Jesús saca a los mercaderes del Templo. No se puede
señalar que estos eventos sucedieron uno tras otro, pues están lejos, en tiempo
y espacio. Extrañamente señala que
ocurrió primero el segundo, y luego el primero.
Los Evangelios que relatan ambos sucesos son el
de San Mateo y el de San Lucas. Mientras que los Evangelios de San Marcos y San
Juan sólo relatan la expulsión de los mercaderes del templo.
El sermón de la Montaña o el Monte (San Mateo)
o de la llanura (San Lucas) se estima ocurrió poco después que Jesús escoge a
todos sus discípulos, y la primera vez que se dirige a una multitud. En la Nota
del Capítulo 5 Versículo 1, la Biblia Latinoamericana indica que se sitúa en
algún lugar de las colinas que bordean al Lago Tiberiades, próximo a Nazaret,
mientras que saca a los mercaderes del Templo en Jerusalén. Hay al menos dos
años de diferencia entre uno y otro. Fueron muchas las cosas que pasaron entre
ambos eventos.
Respecto al momento en que Jesús saca a los
mercaderes del templo, Escohotado señala: “Aún sin contar con la fama de sus
últimos días, Cristo entró a Jerusalén y se dirigió al Templo. Dentro
aterrorizó y atacó a los ‘vendedores de ofrendas, diciendo que la casa de su
Padre ha dejado de ser casa de oración para convertirse en cueva de bandidos’.
Con latigazos sacó a los mercaderes del Templo de Jerusalén. ’Quitad esto de
aquí y no hagáis de la casa de mi padre, casa de comercio’, les dijo, también”.
Para Escohotado, Jesús era un terrorista,
supongo que además del primer comunista, también lo señalará de primer
terrorista. Y señala que no era conocido, al momento de entrar a Jerusalén:
Muchas personas extendían sus capas a lo largo del camino, mientras
otras lo cubrían con ramas cortadas en el campo. Y tanto los que iban delante
como los que seguían a Jesús gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en
nombre del Señor! ¡Ahí viene el bendito reino de nuestro padre David! ¡Hosanna
en las alturas!» (Mc 11,8-9).
Toda la gente que había estado junto a Jesús cuando llamó a Lázaro del
sepulcro y lo resucitó de entre los muertos, cantaba sus alabanzas, y muchos
otros vinieron a su encuentro a causa de la noticia de este milagro. Mientras
tanto los fariseos comentaban entre sí: «No hemos adelantado nada. Todo el
mundo se ha ido tras él.» (Jn 12,17-19)
Parece que sí lo era. La fama de Jesús, se
extendió por toda la Tierra Santa, a medida que avanzaba su predicación. Al
momento de llegar a Jerusalén era ampliamente conocido.
Escohotado, afirma que la expulsión de los
mercaderes del Templo fue una agresión. Lo fue pero no en el sentido que lo
quiere expresar. Jesús derribó todo, pero no golpeó a ninguna persona, y su
“agresión” no fue respondida, ya que era conocido como un Maestro, ¿y no era
famoso? Todos los Evangelios relatan de manera similar el evento:
Jesús entró en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y
compraban en el Templo. Derribó las mesas de los que cambiaban monedas y los
puestos de los vendedores de palomas. Les dijo: «Está escrito: Mi casa será
llamada Casa de Oración. Pero ustedes la han convertido en una cueva de
ladrones.» (Mt 21,12-13)
Con esta acción Jesús purifica el Templo, como
estaba profetizado por Zacarías:
Y en Jerusalén y Judá cualquier utensilio de cocina será propiedad santa
de Yavé de los Ejércitos; de tal modo que podrán usarlos para cocer la carne de
los animales sacrificados. Desde ese día no habrá más mercaderes en la Casa de
Yavé (Za 14,21).
Jesús no agrede ni a los comerciantes ni al
comercio, sino que agrede a la profanación que implica realizar actos de comercio
en él, puesto que nivelaban al dinero con Dios. Esto es cónsono con la
enseñanza de que nadie puede servir a dos patrones, no pueden servir al mismo
tiempo a Dios y al Dinero (Mt 6,24)
En la sección “La Iglesia de Jesús, ¿un movimiento ‘pobrista’?”, explicamos las Lamentaciones de Jesús por los ricos en
el Sermón de la Montaña, éstas las dijo luego de anunciar las Bienaventuranzas.
Calificar de “perorata” ese discurso, es una
expresión despectiva que quita objetividad a la investigación. Con las Bienaventuranzas, Jesús no determinó
quienes serían los elegidos, sino sus atributos:
Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el
Reino de los Cielos.
Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.
Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos
de Dios.
Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es
el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les
levanten toda clase de calumnias (Mt 5,3-11)
Jesús y el Estado
En sus palabras, Jesús no se muestra, ni a
favor, ni en contra del Estado. Todo lo contrario, cuando lo increpan sobre si
se debe o no pagar impuestos a los romanos, su respuesta fue que, se debe
cumplir con las reglas de convivencia,
o sea, las que impone el Estado:
Danos, pues, tu parecer: ¿Está contra la Ley pagar el impuesto al César?
¿Debemos pagarlo o no?»
Muéstrenme la moneda que se les cobra.» Y ellos le mostraron un denario.
Entonces Jesús preguntó: «¿De quién es esta cara y el nombre que lleva
escrito?» Contestaron: «Del César.» Jesús les replicó: «Devuelvan, pues, al
César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios.» (Mc 22,17.20-21)
Al Estado lo que es del Estado, cumple con la
Ley, cumple con tus obligaciones de ciudadano. Asimismo, cuando envió a sus
discípulos a predicar, entre sus instrucciones tenemos:
Cuando sean arrestados, no se preocupen por lo que van a decir, ni cómo
han de hablar
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra (Mt 10,19.23)
Anteriormente, mencionamos que, Juan el
Bautista, les aconsejó a los soldados no excederse en sus funciones, evitar los
abusos, es decir, respeten la Ley. También, señalamos que, Jesús al dirigirse a
sus discípulos como a la multitud, les dijo que “«Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó
Moisés. Hagan y cumplan todo lo que
ellos dicen” (Mt 23,2-3) Les ordena obedecer la Ley, respetar el Estado.
Asimismo, en su Carta a los Romanos, el Apóstol San Pablo, aconseja:
Cada uno en esta vida debe someterse a las autoridades. Pues no hay
autoridad que no venga de Dios, y los cargos públicos existen por voluntad de
Dios. Por lo tanto, el que se opone a la autoridad se rebela contra un decreto
de Dios y tendrá que responder por esa rebeldía.
No hay por qué temer a las autoridades cuando se obra bien, pero sí
cuando se obra mal. ¿Quieres vivir sin tener miedo a las autoridades? Pórtate
bien y te felicitarán. Han recibido de Dios la misión de llevarte al bien. Y si
te portas mal, témelas, pues no tienen las armas sin razón. También tienen
misión de Dios para castigar a los malhechores. Así, pues, hay que obedecer,
pero no solamente por miedo al castigo, sino por deber de conciencia.
Por la misma razón pagan los impuestos, y deben considerar a quienes los
cobran como funcionarios de Dios. Den, pues, a cada uno lo que le corresponde:
el impuesto, si se le debe impuesto; las tasas, si se le deben tasas;
obediencia, si corresponde obedecer; respeto, si se le debe respeto (Rom
13,1-5)
Y en la Primera Carta del Apóstol San Pedro, les
pide:
Sométanse a toda autoridad humana por causa del Señor: al rey, porque
tiene el mando; a los gobernadores, porque él los envía para castigar a los que
obran mal y para animar a los que obran bien. La voluntad de Dios respecto de
ustedes es que, obrando el bien, acallen la ignorancia de los imbéciles.
Sean libres, pero no hagan de la libertad un pretexto para hacer el mal.
Sean libres como servidores de Dios. Respeten a todos, amen a los hermanos,
teman a Dios y respeten al que gobierna (1 Pe 2,13-17)
El respeto a la autoridad y las leyes, y por
tanto al Estado, es un principio básico en el cristianismo. Sin embargo, muchos
entenderán las citas anteriores como obediencia sumisa. No es así. En la Nota
al Capítulo 13 versículo 1 de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos, la
Biblia Latinoamericana, explica que “en el mundo en que vivía Pablo, muchas
personas buscaban en la religión una evasión de sus obligaciones familiares y
de sus deberes sociales. Pablo insiste en el aspecto “místico” de la vida
cristiana, pero de ningún modo quiere una tal evasión, tan contraria a toda su
formación bíblica. Va pues a insistir en la obediencia cívica, en el contexto
de una sociedad que estaba muy lejos de nuestras actuales democracias.
Continúa la nota: Este texto ha sido desfigurado a menudo por los regímenes autoritarios
que, habiendo impuesto su ley por la violencia, querían luego que se les
obedeciera como si fueran los servidores obligados de Dios y del bien público.
A modo de Conclusión
El cristianismo no es un movimiento
revolucionario, es la llegada de la Buena Noticia, es el camino de la
salvación, y para ello, al menos, debemos amar a Dios por sobre todas las cosas
y amar al prójimo como uno mismo, o lo que es lo mismo, amarnos unos a otros
como Jesús nos amó a nosotros. Su fundamento, no son dos eventos citados, es
mucho más complejo que la simplicidad de un acto. El cristianismo no ataca ni
“romantiza” nada.
El cristianismo es espiritualidad y el
comunismo materialidad. Recordemos, que el Papa San Juan Pablo II, fue
protagonista en la caída del comunismo en Europa, simbolizado con la Caída del Muro de Berlín. Y desde la Carta Encíclica Rerum Novarum del Papa León
XIII en 1891, hasta La Carta Encíclica Centesimus
Annus del citado Papa San Juan Pablo II en 1991, con motivo del centenario
de la primera, la Iglesia Católica ha rechazado el comunismo. Es harto sabido,
el sufrimiento y asesinato de miles de cristianos en la instauración del
comunismo en Rusia y su expansión como Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, y Europa Oriental luego de la Segunda Guerra Mundial ¿Cómo es
posible entonces plantear que el origen del comunismo, basado en el odio y la
lucha de clases, puede derivar de la doctrina del amor de Dios del
cristianismo? Además de absurdo, es ofensivo.
Puede que Marx, haya utilizado los Evangelios
para ganar adeptos a su movimiento. Pero se trata de una burda manipulación, de
la cual Escohotado se hace partícipe, y por la forma en que Orlando lo redacta,
también.