sábado, 1 de mayo de 2010

EL INCA VALERO Y LA HUMANIDAD

Aun sigue en el tapete la tragedia del Inca Valero, quien 24 horas de que “presumiblemente” mata a su esposa, se suicida en su celda.
Haciendo retrospectiva, recuerdo cuando los medios informaron la paliza que le propinó a su esposa, como muchos, lancé mi juicio: ese coñ……., que b……., y otros improperios. Por ese hecho es detenido, y condenado a seis meses de reclusión en un hospital psiquiátrico, al confesar su adicción a las drogas y al alcohol. Allí no pasa ni un día, a alguien se le ocurrió enviarlo a Cuba para el tratamiento, y es liberado. Grave error; en estado de ebriedad choca su auto, y pierde el vuelo. Continua libre, y vuelvo a emitir juicio: ¡que b….! ¡Guapo y apoya’o!
A los pocos días se magnifica la tragedia, mata a su esposa, y digo: ¡que b…, terminó matándola!. 24 Horas después se suicida. Viene entonces la reflexión. Las imágenes de su detención muestran su desconcierto. Las investigaciones arrojan que había consumido alcohol y drogas. Se presume que por ello, estaba paranoico, dijo a las autoridades cuando estaba en la carretera que lo perseguían, por ello se aloja en el Hotel Intercontinental en Valencia. No obstante, existen indicios de dudas sobre el asesinato de Jennifer, especialmente que el arma homicida no fue localizada. Se presume fue un bisturí o un exacto. Me pregunto entonces, si le confesó a los empleados del hotel que mató a su esposa, ¿por qué no se consigue el arma homicida? ¿Tenía razón cuando dijo que lo estaban persiguiendo? ¿Es un montaje? Preguntas difíciles de contestar. Lo que sí está claro, es que necesitaba ayuda psiquiátrica, y más importante aún, familiar. Fue un costoso error sacarlo del hospital psiquiátrico. Alguien me comento, que él nunca reconoció que necesitaba ayuda, primer paso para superar la adicción. Eso puede ser cierto, y pudo haber sucedido si no es liberado. Si hubiese sido desintoxicado, si hubiese estado en sus cabales, quizás lo hubiese reconocido, y quizás, la historia hubiese sido otra.
Los seres humanos somos propensos a juzgar deliberadamente sobre otras personas o situaciones casi por reflejo, sin pensarlo mucho. No quiero justificar el horrendo crimen que presumiblemente cometió el Inca, pero mi humanidad me llevó a reflexionar.
Me refiero a la humanidad desde el punto de vista de nuestra capacidad de compadecernos de las desgracias de nuestros semejantes. No fue fácil la vida del Inca, en su conducta se observó las consecuencias del abandono paterno, del hambre, de las enseñanzas de la calle, que sabemos no son nada buenas. La vulnerabilidad de un niño en la calle es absoluta, es muy fácil corromperlo.
Leer los comentarios tan aberrantes como lo hecho por el Inca en su página de facebook y otros medios explica algo que cada vez es más latente. La pérdida del sentido de humanidad. Pareciera que nuestra capacidad de reaccionar ante hechos como este es un reflejo. Reaccionamos como a un perro cuando le pisan el rabo, mordemos. Somos ligeros de lengua, no pensamos lo que vamos a decir, o escribir. El desarrollo del internet y de las redes sociales ha permitido que estos actos reflejos sean cada vez más visibles. Es justo destacar, que el alto grado de descomposición de nuestra sociedad, la pérdida de principios y valores, que solo pueden ser cultivados por la familia, se han perdido, y con ello, la pérdida de humanidad. Y me refiero a todos los estratos de la sociedad.
No entendimos, que la conducta del Inca era un grito desesperado de ayuda, pedía ayuda. Nadie se la dio. Su esposa, como es común en estos casos, tenía la esperanza de que cambiara. Recordemos que apenas era una niña cuando comenzó su relación con él. No se dio cuenta, como al parecer todo su entorno, incluyendo a los funcionarios públicos que actuaron en el caso, que necesitaba ayuda especial. Por lo que he leído solo su amigo, y ex-entrenador entendía el tipo de ayuda que necesitaba.
¿Quién lanzó la primera piedra? Fui uno de ellos, pero mi reflexión, mi humanidad, me lleva a compadecerme del Inca, de su tragedia. Me lleva a pensar que aunque quizás fue el ejecutor, no es el único responsable de sus actos, son muchos más. Sobre ellos pesará en su conciencia, por lo que les quede de vida esta tragedia. Pero, ¿tendrán la humanidad suficiente para ello?