Esto lo escribí en mi perfil de Facebook
el 11 de octubre. Hoy, a la luz de los últimos acontecimientos políticos, lo
publico aquí, con algunas modificaciones de forma.
En todos los campos de la vida,
los individuos enfrentamos eventos que nos lleva a tomar decisiones. En este
proceso, intervienen la emotividad y la razón. Unas veces se impone una de
ellas, y otras se mezclan. La crisis que padecemos, sin parangón en la historia
de Venezuela, ha impuesto la emotividad sobre la razón. Esto puede entenderse, no
es fácil la situación. Frustración, desasociego, desesperanza, ira, angustia, e
impotencia, son respuestas emotivas al enfrentar la crisis, que ya toca al 90 %
de la población.
En Venezuela, mayoritariamente, el
individuo ejerce la política como un acto emotivo y no de razón. Esa condición,
nos convierte en caldo de cultivo para el populismo, y la manipulación
política. Los partidos políticos se han estructurado bajo esta premisa, y les ha
resultado muy favorable a sus intereses.
La "memoria corta", que
tanto dicen que padecemos los venezolanos, es consecuencia de la emotividad
política. Se olvida con facilidad los errores cometidos por la "dirigencia
política", a sabiendas de que el costo de los mismos corre por cuenta del
"pueblo", y éste, en algún momento en que la razón trata de
imponerse, justifica esos errores, y regresa al vínculo emocional entusiasta.
El "pueblo" se reconcilia con su "dirigencia política".
Otra consecuencia, producto de la
facilidad para manipular, es el sentimiento de culpa. Los dirigentes políticos,
no asumen sus errores, no los toman como aprendizaje y oportunidad de mejora,
más bien los transfieren al "pueblo", y éste lo acepta, y/o, lo
trasfiere a aquella parte del "pueblo", que ejerce la política como
acto de razón, los "ciudadanos". Entonces, vienen los ataques del
"pueblo" a los "ciudadanos". Y se teje una red de epítetos
y adjetivos que descalifican a estos últimos, y los hacen culpables de los
errores y sus consecuencias, del presente, del pasado y del futuro.
El "pueblo" conducido
por la emotividad es obediente y ciego, la amenaza permanente de que "lo
que pase será tu culpa, si no haces lo que te digo", es uno de los
mecanismos de manipulación preferidos por la "dirigencia política".
El cargar con las consecuencias,
las decepciones, pueden causar en una parte de la población "indiferencia
política", los Ni-Ni, por ejemplo, son esa parte del "pueblo"
que, por ejemplo, dice "si no trabajo no como", dejando la responsabilidad
en manos de otros.
Ahora, Acción Democrática, el
otrora partido del “pueblo”, férreamente dirigido por Henry Ramos Allup, lo
golpea nuevamente al juramentarse los gobernadores electos ante la ANC. Le ha
dado legitimidad ¿Por qué lo hicieron? Porque confían en que al “pueblo”, se le
pasará la rabia por los golpes que le dio, los perdonará y pasará la página.
Es el síndrome de la mujer
maltratada, asimilado a la política, y bajo esta dramática relación entre la
"dirigencia política" y el "pueblo", marido maltratador y
mujer maltratada respectivamente, nunca se alcanzará la madurez política, no
será posible, que el primero evolucione en "Líder" y el segundo en
"ciudadano".
Sin embargo, el “pueblo”, en un momento
de reflexión y discernimiento, puede forzar los cambios y convertirse en “ciudadanía”,
con lo que estimulará el nacimiento de “líderes”, ya sea en los partidos
políticos tradicionales o nuevos actores. Es la hora de la “ciudadanía”, alcanzar
el objetivo de salir del régimen y construir una patria de libertad y progreso
depende de nosotros. Es hora de sacudirnos la emotividad, y darle paso a la
razón.