jueves, 22 de octubre de 2015

A CÉSAR MIGUEL RONDÓN, A PROPÓSITO DE LA HUMILLACIÓN



Estimado César,



Primero, quiero expresarte mi admiración y respeto, eres un venezolano, ejemplo para todos. Escuché y leí con mucha atención el editorial La Humillación que publicaste en www.cesarmiguelrondon.com , y que finaliza  de esta manera:

“La humillación de cada día. ¿Por qué? ¿Por qué ese ensañamiento? ¿Por qué humillarnos tanto a todos nosotros?

¿Qué le hicimos los venezolanos a esta gente?”

Mi intención es responder esas preguntas. No sé si son tuyas o de Héctor, pero asumo que las compartes. Como bien dices, humillar es abatir el orgullo y la altivez de alguien. Herir el amor propio o la dignidad de alguien. Cuando se humilla a otro, se persigue un objetivo, una razón. Las personas que humillan, generalmente están en una posición de poder. Con la humillación demuestran su poder. ¿Quieres conocer a una persona?, dale poder.

Ahora, cuando quienes gobiernan tienen como política humillar al pueblo, la razón es otra, el objetivo es mayor y permanente en el tiempo. En democracia, cuando un gobernante intenta humillar al pueblo, existen alternativas para evitarlo o detener esa acción, ya que cuenta con poderes públicos independientes y apegados a la Constitución Nacional. En dictadura nada lo impide.

Las dictaduras humillan para someter al pueblo, y así, mantenerlos controlados. Sin embargo, la orientación política del dictador, puede hacer diferencia. ¿Cuáles dictaduras han sido las que han sumido al pueblo en la miseria más profunda?, las socialistas. Los regímenes totalitaristas-colectivistas, han sido los peores, pero, ¿por qué?

Estos regímenes, destruyeron el orgullo y la dignidad de los pueblos por la fuerza, las historias al respecto son harto conocidas. Llegaron al poder por la fuerza, y con ella, lograron rápidamente la aceptación y resignación de todos. Entonces, se trata de un proceso (humillar, someter y controlar) que conlleva a un objetivo: dominio absoluto. Basta ver las barbaridades en Corea del Norte para entenderlo. Aquí comienzan las respuestas a las preguntas.

¿Por qué?: los colectivistas, en América Latina, entendieron que por la fuerza no iban a llegar al poder, así que, cambiaron su estrategia, y decidieron combatir la democracia con democracia, es decir, vía electoral, y lleno de populismo. Esto cambió el orden y velocidad del proceso de dominio absoluto. Primero, lentamente, se humilla, luego se somete, y cuando ya el pueblo agache la cabeza en señal de aceptación, solo queda la resignación, con lo que se logra el objetivo.

¿Por qué ese ensañamiento?: ésta pregunta comienzo a responderla con otro pregunta, ¿cuándo comenzaron a humillarnos?, hace 16 años, durante la tragedia de Vargas, allí comienza la humillación, que poco a poco, en la medida de su aceptación, se hacía más intensa. Pero hubo un momento clave, el rechazo a la reforma constitucional de 2007, con ella se pretendía acelerar el proceso de dominio absoluto. Por ello, continuaron dosificando la humillación, que con un liderazgo populista sólido, y la botija llena, avanzaba. La inesperada muerte de Hugo Chávez, dejó a la revolución sin ese líder populista necesario para continuar el proceso de dominación absoluta. Conociendo esto, los herederos simplemente decidieron tomar el riesgo de acelerar el proceso de dominación absoluta, aumentar la humillación para lograr la aceptación.

¿Por qué humillarnos tanto a todos nosotros?: la respuesta a esta pregunta es una continuación de la anterior. Hemos aceptado las humillaciones, por ello, las mismas aumentarán hasta que estemos resignados, es decir, el objetivo de dominación absoluta está a punto de ser logrado.

Debemos entender, que la mega-crisis que vivimos no es un problema de política económica sino de economía política. Se trata de la aplicación de una doctrina que parte del principio de que las personas en realidad, no saben lo que necesitan, de donde nace el concepto de bien común. Esto, en realidad es una falacia, el grado de satisfacción de una necesidad en un individuo es infinitesimal, en consecuencia, no se puede medir, y tampoco se puede comparar con el grado de satisfacción de otro individuo, así se trate de bienes esenciales para la vida, como por ejemplo, los alimentos. Por ello, es que utilizan la humillación para lograr el dominio absoluto.

Siendo así, la solución es política, por tanto, corresponde a los políticos construir el camino que llevará a un mejor vivir. El asunto es, ¿cuál es el camino? Seguro estoy que, per sé, no es el electoral, dictadura no sale con votos (el caso de Chile fue por voluntad del dictador). Es un asunto de moral, sino crees en los principios democráticos, sino crees en la libertad de los individuos para elegir, entonces, las elecciones se convierten en un trámite necesario, para mantener la fachada democrática. Ganar o perder elecciones no es relevante, así que de cualquier modo las ganarán. Recordemos que nosotros no sabemos lo que queremos, pero ellos sí lo saben, aunque no sea cierto.

Es trágico, bajo esta situación, que la oposición política considere que democracia y elecciones son sinónimos. Elegir es parte de la democracia, no la democracia. Es trágico, ver a los políticos de oposición inmersos en una campaña electoral, mientras el país se cae a pedazos, y crece el dominio del régimen. Es impresionante su nivel de concentración, nada los distrae de una labor, de antemano perdida. Con esto, no llamo a la abstención, simplemente, considero que la oposición política debió ejercer presión para, al menos, garantizar un proceso electoral pulcro. Hasta ahora, la estrategia del régimen es la misma que han venido aplicando, otra batalla de Santa Inés. Nací durante los primeros años de la democracia. No viví, la dictadura de Pérez Jiménez, menos la de Gómez, pero si he leído algo de historia. Sé, por ejemplo, que hacen falta líderes como los de la Generación del 28, y aunque no simpatizo con Acción Democrática, reconozco el liderazgo que la formó, y con ello, el sacrificio de muchos de ellos para que yo naciera en democracia. Como Carnevalli, Ruiz Pineda, y otros que perdieron sus vidas luchando por el sueño de libertad, o como los exiliados, como tu padre y tu madre, y esa pequeña historia que contaste, a propósito de la humillación que intentó el régimen contra ti, y no funcionó.

Finalmente te reitero mi admiración y respeto, y espero haber respondido las preguntas. Para mí ha sido muy duro hacerlo, pues como esa niña, claro está, que como adulto la madurez es una diferencia en el cómo manejarla, junto a mi familia, he sido humillado, pero no me han doblegado, no lo acepto, y por tanto, no me resigno. Me preocupa es que, al parecer, son mayoría los que aceptan, y hasta parecen resignados…